Existe cerca de casa una vivienda humilde de dos plantas. La fachada se
retira de la acera dos o tres metros generando voluntariamente un breve jardín de entrada. Desde su composición simétrica, un pequeño pórtico clásico configura
el umbral de acceso custodiado por dos columnas, en realidad bajantes de
fibrocemento blanqueadas. “El papel del diseño es ajustarse a las
circunstancias”, precisaba Louis Kahn. El elemento retórico, aunque innecesario,
es consustancial a la historia de la arquitectura culta o popular: la
arquitectura es una construcción con retórica. Se trata aquí, sin embargo, de
un ejercicio de autoconstrucción sin pretensiones, casi un ready-made, ingenio
oportuno y antiguo para la clase humilde. Como cuando los campesinos noruegos pintaban
de rojo sus casas de madera para simular el ladrillo de los palacios urbanos.
La arquitectura y sus simulaciones.
Interesa la fragilidad de esta imprecisa colección de manufacturas -consideradas
menores- que a menudo habitan en la periferia de las grandes ciudades, a veces
solitarias y algo desvencijadas en el paisaje. Interesan los “galpones de
madera de las haciendas ovejeras de la Patagonia Chilena”, tablas sagradas para
Smiljan Radić (1); a veces prototipos experimentales en urbanizaciones lejanas,
como las casas de algodón de Albert Frei, destinadas a la producción de la
vivienda en masa pero concebidas desde el imaginario de la madera y la lona en
la construcción de canoas (2); a veces naves formando parte de la gramática
industrial periurbana, como el Fair & Exhibition Hall de Lacaton
& Vassal en Paris Nord Villepinte, que participa del lenguaje del hangar
o el centro logístico; otras como el Centro de Gestión de Residuos en la
periferia norte de Bruselas, obra del estudio belga Bovenbouw, con su
reconocible y singular capitel – neumático reciclado (3). Todas ellas
arquitecturas “blandas” en palabras de Peter Cook, arquitecturas circunstanciales,
ligeras, inmediatas, abiertas, arquitecturas en cualquier caso sin profundidad
histórica. En la periferia escasean las ruinas (4).
La periferia decíamos es distancia (5), ausencia de centralidad, pero
también ausencia de peso material y peso histórico: una identidad construida
desde la silenciosa vocación de lo pasajero. En honor a la fugacidad han trabajado artistas
como Andy Goldsworthy, siempre desde la atención al proceso -a la transformación
de la serie- frente a la gran “obra”. En
la fragilidad de lo efímero subyace una propuesta de colapso. La planta de gestión
de residuos del estudio Bowenbow propone una arquitectura con fecha de
caducidad, una duración limitada si no a la propia desaparición de los residuos, si
al menos a la profunda revisión de su actual impacto. La presencia del viejo
neumático en el capitel, el vacío en el lugar del elemento refuerzo y transmisor
de cargas por excelencia, explicaría una nueva forma de ingravidez en relación
a lo fugaz, una suerte de doble fragilidad espacio-temporal.
Decía Frank Lloyd Wright que en arquitectura todo gira demasiado deprisa
salvo el centro, que permanece inmutable. Y no podemos dejar de pensar en los
innumerables giros de ese neumático gastado por el uso, la rueda reconvertida
en capitel imposible. Tal vez en arquitectura lo inmutable -la única certeza- no
sea más que la evidencia del cambio, la constatación de que nada permanece,
como nosotros. Eso y el simulacro. Es precisamente en esa pequeña ventana de oportunidad
que sucede la retórica de la reutilización de recursos; la apariencia en la economía
de medios; la simulación de la sistematización de elementos; la impostura de la
lógica del desmontaje; la ficción del sistema; el accidente en el catálogo; la incesante
subjetividad de lo pretendidamente objetivo.
La dialéctica hegeliana de la periferia y sus construcciones frágiles.
NOTAS
(1) Smiljan Radić, Cada tanto
aparece un perro que habla y otros ensayos, Barcelona, Puente Editores, 2018, pág.
131.
(2) Ver “Modernidad
y Bricolaje”, MADC.
(3) El proyecto es en realidad una cubierta ligera sobre pilares de
hormigón utilizando como articulación un neumático reutilizado: el propio
edificio es muestra de reciclaje desde una retórica ambiental que desafía la
ortodoxia de cualquier honestidad estructural.
(4) Decíamos que la periferia es fundamentalmente distancia, lejanía,
pero también ausencia de peso. Bien lo sabían los arquitectos suecos, que
utilizaron ladrillo oscuro y recocido en la construcción de iglesias
suburbanas: ruinas “nuevas” para ciudades dormitorio. Ver “Suecia: las últimas
iglesias”, Henrietta Palmer, en DPA26, Nórdicos.
Imagen: Bovenbouw Architectuur. Container Park for the Canal Zone in Brussels. Column
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