El terreno suburbano se encuentra a menudo fragmentado en parcelas seriadas, un instrumento letal para la transformación del paisaje en obscena colección de solares. Solares desolados: mercancías. Con frecuencia las arquitecturas que han de habitar el territorio así desatendido, ocupan su lugar en relación a las otras, es decir, se aíslan o se adosan formando pares o hileras de proyectos repetidos. En cualquiera de estas ordenaciones la casa ocupa (oh paradoja) el lugar central de la parcela, convirtiendo el perímetro en un espacio residual y fragmentado, una franja ocupada por palmeras, barbacoas y otros elementos propios de un imaginario cultural uniforme y redundante.