Estos días se celebra en Madrid una magnífica exposición sobre el trabajo y la obra de Julio Cano Lasso. Una excelente colección de dibujos a mano, apuntes, “rasguños” y planos dibujados con verdadero primor revelan un universo artesanal, de tiempo lento, reflexión y distancias bien temperadas. Tal vez los dibujos más celebrados de Cano Lasso sean las ciudades antiguas, aquellos que necesitaban un cierto espacio o retiro para poder apreciar la unidad del conjunto desde la lejanía: “la ciudad antigua es joya del paisaje; culminación humanizada del paisaje, y su relación con el entorno natural tiene tanta importancia como la ciudad en sí misma” (1). La ciudad a la que hace referencia Cano Lasso se identifica con la naturaleza, arquitectura fundida con el territorio, con la arcilla o con la piedra que allí se encuentra y que establece la base de su propia materialidad.
La casualidad ha querido que al
mismo tiempo se inaugure en Madrid otra exposición, ésta sobre la obra de
Lacaton & Vassal. Más allá del interés expositivo de la obra individual,
aparece ya desde el inicio de la exposición, un activismo o firme compromiso
ante lo urbano: “Nunca demoler, eliminar o sustituir, siempre añadir,
transformar y reutilizar”, algo muy propio por cierto de las ciudades y su
antigua necesidad de gestionar con inteligencia sus recursos. Y es que, a mi
juicio, la trascendencia de Lacaton & Vassal radica precisamente en su
capacidad para tomar distancia y proponer un modelo de ciudad alternativo desde
la arquitectura y viceversa: la arquitectura entendida como “urbanismo sobre el
terreno” (2).
La Ciudad con mayúsculas, con
independencia de su escala, localización o peso histórico, ya no existe. Nos
queda en su lugar la urbanización, mejor dicho, el territorio urbanizado en
continuidad, la conurbación, las galaxias megapolitanas y su inmunda
exhalación de aire gris carbonizado: la espesura de la aglomeración y su alter
ego, la economía del Antropoceno. Alejarse para mirar resulta hoy -si cabe-
más necesario que nunca. ¿Cuál podría ser el papel de la arquitectura en este vasto
continente antropizado? Paradójicamente, afirmamos, hacer ciudad.
Nos encontramos ante una gran
oportunidad para definir ante la sociedad el a veces impreciso “aporte de
valor” de la arquitectura. Tal vez una de las claves se encuentre en su enorme
potencial como elemento disruptivo en la continuidad urbanizada por el real
state y el urbanismo de polígonos mono funcionales: la arquitectura siempre
atenta a la mejora del espacio público, la accesibilidad, la seguridad, los
pequeños cuidados y placeres cotidianos o la regeneración ambiental (3). Y es
que la arquitectura debe abordar la ciudad “incluso cuando la ciudad no tiene
una meta para la arquitectura, pues, en última instancia, la ciudad es el único
objeto y método para la investigación arquitectónica” (4).
La ciudad o la última oportunidad
para la arquitectura.
NOTAS.
(1) Julio Cano Lasso. Publicado
originalmente en la revista Punto y Plano, 1991. Visto en Julio Cano Lasso.
Estudio Cano Lasso. Madrid, Munilla-Lería, 1995, pág. 210.
(2) Lacaton & Vassal explican
esta idea en “La libertad estructural, condición del milagro”, revista 2G,
nº60, pág. 173.
(3) MADC. Ver en este blog: la
arquitectura como unidad de habi(li)tación.
(4) Pier Vittorio Aureli. La
posibilidad de una arquitectura absoluta. Barcelona, Puente, 2019, pág. 56.
IMAGEN: Pirro Ligorio. Antiquae
Urbis Romae Imago. 1561 (fuente: Researchgate.net)
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