3 February 2014

OTRAS PUERTAS


La puerta que Alicia encuentra en la madriguera del conejo es, en realidad, una ventana. A pesar de su apariencia de puerta, su minúsculo tamaño la convierte en tan solo una hendidura practicada en la pared desde donde poder mirar el jardín más maravilloso del mundo (1), ese lugar fascinante que se esconde tras los muros y al que todos nos hemos asomado alguna vez, aunque solo Amélie Poulain pudiera rescatar una antigua caja repleta de tesoros (2). En arquitectura contamos con una maravillosa herramienta de proyecto, la puerta amplificada, un mecanismo de acceso que trasciende el elemento “puerta” para formar parte de una curiosa constelación de ventanas, pasajes, umbrales, bosques e incluso muros que constituyen “otras puertas” ante la imaginación del habitar cotidiano.


Cuando en 1914 Asplund y Lewerentz presentan su propuesta para el concurso del Cementerio Sur de Estocolmo, eligen como lema “Tallum” (pinar), preservando el frondoso bosque existente como la más poderosa de las puertas de acceso en el límite último de la vida: el Cementerio del Bosque (3). Las puertas se vuelven excitantes cuando, por algún motivo, dejan de serlo. Es entonces cuando se amplifican, comienzan a ser, reverberan afuera y adentro: desaparecen. Para Alejandro de la Sota las puertas son los muros, en ocasiones tabiques que giran o se deslizan sobre el suelo integrándose en paredes ahora más gruesas: “si pudiésemos entrar en nuestras casas como entró el Comendador, a través de los muros, habríamos hecho desaparecer esta otra tonta palabra: la entrada” (4). Mies lo hizo antes: si se observa con atención la planta de la Casa con Tres Patios (1934), se puede comprobar la total y absoluta ausencia de puertas; a pesar de la presencia de un camino que conecta la casa con el exterior del recinto, el ventanal se propone como una membrana continua, transparente y transpirable, una veladura vaporosa y accesible en toda su extensión bidimensional; tal vez en este caso la verdadera puerta sea el camino, flanqueado por el árbol y el muro exterior de ladrillo (5). En el interior, sin embargo, las puertas se han transformado en pequeños espacios entre las distintas estancias, umbrales en penumbra que sirven de transición entre funciones de distinta naturaleza, el lugar preciso entre un dormitorio y un baño.

Para Sáenz de Oíza la puerta es “el centro del mundo en arquitectura” (6). La aparente trascendencia de sus palabras no revela la frescura de algunas soluciones concretas ciertamente ingeniosas, como aquella puerta levadiza que diseña para una de sus casas y que utiliza como puente para salir y entrar; al cerrar por la noche, las huellas sobre la superficie vertical indican una extraña capacidad de los habitantes para caminar sobre las paredes: la increíble puerta magnética, una solución brillante, la puerta cinematográfica como instrumento para la fabricación de historias, un género en sí mismo cultivado por grandes directores como Jacques Tati o Billy Wilder: “es aburrido ver a alguien entrar en una casa por la puerta. Es mucho más interesante cuando alguien entra por la ventana”.

NOTAS

(1) Alice’s Adventures in Wonderland, Lewis Carroll, 1865. Dibujos de la primera edición por John Tenniel.
(2) Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, Jean-Pierre Jeunet, 2001.
(3) En la imagen de cabecera, acceso a la Capilla en el Bosque, Erik Gunnar Asplund, Cementerio Sur de Estocolmo.
(4) Alejandro de la Sota; Alejandro de la Sota, Madrid, Pronaos 1989. Sobre la casa en la calle Dr. Arce, Madrid, tristemente demolida el 12 de abril de 1987. http://elpais.com/diario/1987/04/22/madrid/546089054_850215.html
(5) Ver El árbol, el camino, el estanque ante la casa; Luis Martínez Santa-María, Barcelona, Arquía 2004.
(6) Francisco Javier Sáenz de Oíza, Escritos y Conversaciones, Barcelona, Fundación Caja de Arquitectos 2006.



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