16 June 2014

INFRAESTRUCTURAS PARA EL ESPÍRITU


En ocasiones nos hemos preguntado por el fuerte sustrato emotivo de la arquitectura religiosa cuando ésta se aborda desde la humildad (1). Se trata no tanto de subrayar su carácter instrumental, su voluntaria renuncia a la singularidad, el ascetismo material o su incorrección ante la ortodoxia del canon; tampoco se pretende desvelar la ausencia de mecanismos dramáticos de la luz como trampa sobrecogedora. Tal vez el templo al que nos referimos pretende “solamente” conectar lo humano con lo humano, fortalecer tanto la individualidad como la comunidad, la introspección y la concurrencia en una suerte de caja de resonancia para el espíritu.

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de  Fuencisla (2) se instala en uno de los poblados más populares de Madrid: Los Almendrales. El acceso desde el barrio se produce bajando hacia un patio arbolado que separa el templo (horizontal) de la casa rectoral (vertical): el bosque como puerta y preparación ante el ingreso (3). Los muros ciegos ocultan un espacio interior ensimismado e isótropo: una retícula de finísimos pilares de acero organiza un techo de casetones y lucernarios de luz uniforme desde la estructura bidireccional del tapiz, más cercana a la mezquita que la basílica o la planta de naves paralelas. La luz homogénea y prácticamente independizada del tiempo solar, deja ver en toda su crudeza la economía de los materiales empleados: muros de ladrillo visto, estructura de acero, casetones de uralita, aislamiento interior Vitrofib y claraboyas de plástico. Los pilares son a su vez bajantes de agua pluvial; en días de lluvia el discurrir del agua se percibe en el interior de las columnas entre los pozos de luz.

La iglesia de García de Paredes difumina las huellas del tipo y se propone a la comunidad como un refugio popular, una infraestructura como alternativa al santuario. La arquitectura religiosa moderna ha excitado su condición trascendente desde la escenografía y el estructuralismo gratuito; las iglesias de Notre-Dame-du-Haut en Ronchamp (1950) o Saint-Pierre en Firmini-Vert (1960-2002) de Le Corbusier, son una muestra de la arquitectura religiosa como instrumento sobrecogedor desde la concepción formal y el uso escenográfico de la luz natural (4). Pero la iglesia de los Almendrales nos enseña que la falta de retórica monumental no significa ausencia de espiritualidad. La iglesia de los Almendrales nos enseña que actuar sin pretensiones (5), símbolos o mensajes puede conducir a la profundidad inabordable de lo intangible. La iglesia de los Almendrales nos enseña que los materiales más económicos pueden ser también los más nobles, y que los más importantes como el agua de lluvia o la luz natural no tienen coste alguno. Templo de la humildad, infraestructura para el espíritu.

NOTAS

(1) Humildad: virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. Diccionario de la lengua Española, RAE.
(2) Popularmente conocida como la iglesia de Almendrales, José María García de Paredes, Madrid 1961-1964.
(3) Curiosamente ésta voluntad de refugio, de iglesia conventual, fue objeto de duras críticas en su momento: “El acceso siempre bajando, introduciéndose en el ámbito de la iglesia un porche, un patio, un atrio, la entrada indirecta a la iglesia por medio de un narthex, van creando un recorrido espacial de alejamiento, en que la iglesia se encuentra como clímax final una vez que se ha perdido casi toda la sensación de relación con el poblado”. Adolfo González Amézqueta, Hogar y Arquitectura nº61, 1965. Sobre este modo de ingreso a través de un “bosque” ver Otras Puertas.  
(4) Sobre Saint-Pierre en Firmini-Vert (1960-2002) ver las tesis doctorales inéditas “Saint-Pierre de Firminy-Vert: el edificio como objet-à-réaction-émouvante”, Luis Burriel, UPM, ETSAM 2010; "La dimensión plástica de los elementos primarios. Église Saint-Pierre de Firminy-Vert 1960-1965", Merwan Chaverra Suárez, UPC, ETSAB 2013. 
(5) La solución de pilar bajante se toma prestada del Pabellón de Bruselas de Corrales y Molezún (1958). García de Paredes ni siquiera pretende inventar nada, una actitud poco o nada frecuentada desde el ámbito docente de la arquitectura, que se establece sobre la capacidad del alumno para generar de manera sistemática soluciones “ex novo”.

2 comments:

  1. Cada día estoy más convencida que Madrid no se acaba nunca.
    Otra cosa visita más que añadir para la próxima vez que vaya. Gracias. :)

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  2. Gracias Merxe, es una visita muy recomendable, la experiencia espacial se acerca más a la mezquita que a la iglesia, además el culto diario lo hacen ahora en el "narthex" original y la sala principal suele estar vacía...yo me pasé allí un buen rato, un abrazo.

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