Hace algunas semanas se publicaba en El País el artículo “Un intruso en el Paseo de las Artes” por Anatxu Zabalbeascoa, que fue tan amable de ponerse en contacto con nosotros para consultarnos sobre el asunto y además citarnos en el propio texto. En este post adjuntamos tres reflexiones que nos surgieron entonces sobre el Museo de Arte, Arquitectura, Diseño y Urbanismo de Madrid (MAADU), proyectado por Emilio Ambasz en sustitución del edificio ubicado actualmente en el Paseo del Prado 30, otro despropósito del Ayuntamiento de Madrid que continua apostando por su estrategia de Piqueta + Icono como instrumento de enajenación de la ciudad.
A. Reflexión sobre el proyecto de
arquitectura:
A nuestro juicio, el edificio
existente en el Paseo del Prado 30 es un magnífico ejemplo de la arquitectura
madrileña de ladrillo, zócalo de granito y chaflán en esquina. Cualquier
intervención que se aborde desde el sentido común debería apostar,
en primer lugar, por la rehabilitación del inmueble, adaptándolo al nuevo uso
que se pretende (1). Pensar
que la demolición de un edificio histórico y la construcción de uno nuevo de
superficie similar es una operación "sostenible", o respetuosa con el
Medio Ambiente, por el mero hecho de presentar dos fachadas vegetales, supone un
error conceptual tan grave como lo sería el hecho de agarrarse fuertemente de las orejas para no caerse (2).
B. Reflexión sobre el encargo como
hecho cultural:
La idea de que la arquitectura
debe estar en los museos no es nueva, las escuelas de todo tipo y condición han
recurrido a este tema de forma reiterada como ejercicio de proyectos: el Museo
de Arquitectura, una suerte de clímax para catedráticos y, al parecer, algún
que otro político. Sin embargo, nunca la arquitectura ha pertenecido tanto al
afuera, a la gente, y aparece en la pintura de un pavimento, sobre las tablas
de un parlamento de madera, en la gestión de solares abandonados y su
transformación temporal en espacio público, en las carpas de mercados
emergentes, en las ruedas de huertos itinerantes, saunas neumáticas, floristerías
pop up, etc, etc, etc (ver la interesante colección de Iniciativas Ciudadanas recopiladas en VIC). Qué hermoso sería
convertir Madrid en un verdadero museo de arquitectura, la ciudad entera, una
celebración colectiva que supiese aprovechar el talento de miles de jóvenes
arquitectas y arquitectos que miran, atónitos, la propuesta de este lacerante
mausoleo de Botella y Ambasz.
C. Reflexión sobre el encargo como
instrumento de gestión urbana:
El Ayuntamiento de Madrid
apuesta por la enajenación de inmuebles públicos y por el icono, la piqueta y
el pelotazo fruto de una política de urbanismo a la carta, una suerte de canibalismo urbano impulsado desde la administración y profesado con
fervor por el sector más rancio del sector inmobiliario. Son
“iconoplastas”. Y con estas dos variables se bastan para ir gestionando (mal)
la ciudad. En marzo de 2009 se creó el Plan de Gestión Patrimonial, que
malvendía 9 interesantes inmuebles públicos, algunos de ellos con la “piqueta”
por delante (3), por no hablar de la desprotección y destrucción de patrimonio,
como los Cuarteles de Campamento, cuando no el abandono del mismo: Estación del
Norte o el Frontón del Beti Jai (4). Al mismo tiempo, se proponen iconos como
la torre de 27 plantas frente al Matadero, en Madrid Río (5), el proyecto
Canalejas promovido por Villar Mir (6), o el propio Museo de la Arquitectura de Ambasz, ejemplos
todos ellos de un nuevo tenebrismo,
convulsiones alejadas sin duda de cualquier tipo de valor social, cultural o
medioambiental.
Las
administraciones locales, y en concreto el Ayuntamiento de Madrid, deben
revisar urgentemente los procesos de construcción de la ciudad. En primer
lugar, la elaboración de un proyecto cualquiera sobre un activo patrimonial
debe abordarse, siempre, en cualquier circunstancia, desde criterios
establecidos en base al interés público. Es tiempo de pensar, investigar,
analizar, diagnosticar y consultar; es tiempo de hacer equipo; es tiempo de
pre-ocuparse desde el conocimiento y la responsabilidad para intervenir
inmediatamente después con la máxima eficiencia y flexibilidad.
Frente al urbanismo autoritario y compositivo, incapaz de
asumir la complejidad de la ciudad actual, se debe apostar decididamente por la
arquitectura como herramienta de regeneración urbana, una estrategia específica
programada desde los valores existentes y las necesidades reales, aprovechando
y valorando la preexistencia como el soporte de un nuevo sistema de relaciones,
proximidades y superposiciones. Es tiempo de generar ciudad cada vez.
NOTAS:
1 Los informes
sobre el mal estado de un edificio (amianto) son una coartada habitual para
justificar su demolición, sería interesante solicitar los informes técnicos que
así la prescriben.
2 Metáfora
del sinsentido utilizada por Ricardo Aroca en sus clases de estructuras, ETSAM.
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