4 September 2023

LA CASA SIN FIN


 









Hace algún tiempo recibimos un singular encargo en el estudio. Según nos explicaron, urgía la elaboración de un expediente urbanístico para cambio de uso, posterior proyecto y dirección de obra para la construcción de un “geriátrico” (sic) en una parcela anexa a una gasolinera en autovía. Urgía mucho, nos dijeron. No es el peor de los escenarios, pues hemos conocido propuestas similares en parcelas junto a polígonos industriales, fábricas o cementerios. A continuación, trataré de explicar brevemente las tres razones por las que convenimos en rechazar este encargo:

1. El afuera. Las autovías, zonas industriales o cementerios, entre otros lugares, no parecen el mejor sitio para cualquier tipo de área residencial: son lugares históricamente alejados de los núcleos poblacionales por motivos diversos. Parece más apropiado, y así lo hemos defendido en ocasiones anteriores, la ubicación en el centro de barrios y ciudades: debemos exigir, como sociedad, la mejor de las localizaciones, situar a los adultos mayores en el centro. El lugar estaba mal planteado.

2. El geriátrico. Las palabras son llaves que abren y cierran puertas, nos dicen mucho de las ideas que subyacen en una propuesta. Frente al antiguo asilo (13m2 por persona), la residencia hospital (28m2 por persona), o la residencia geriátrica (38m2 por persona), los nuevos modelos de convivencia y atención centrada en la persona deben proponer ratios por encima de los 50m2 por persona. Más allá de la habitación y los espacios comunes como módulos estancos y diferenciados, se debe trabajar pensando en lugares intermedios en forma de áreas de actividad, espacios de encuentro, ambientes saludables y contextos personalizados. La tipología estaba mal planteada.

3. La prisa. Un proverbio africano dice que “la luna camina despacio, pero recorre el mundo”. No podemos abordar lo importante desde la urgencia. La aceleración supone siempre una pérdida de visión sobre lo inmediato, aquello que tenemos más cerca y por ello resulta quizá más significativo y trascendente: el nosotros. El tiempo estaba mal planteado.  

Resulta imposible elaborar un buen proyecto desde un nefasto planteamiento de partida: la calidad de la arquitectura tiene mucho que ver con la calidad germinal de los encargos. Con todo, lo importante no es tanto el caso particular, sino la enorme expectativa de negocio surgida en torno a estas dotaciones. Y es que el envejecimiento en el ámbito de la Unión Europea es tema bien conocido, acusado especialmente en nuestro país: más del 40% de la población española superará los 65 años en 2050, por lo que, según la OCDE, España tendrá la mayor tasa de dependencia de la Unión Europea. En paralelo, contamos con miles de personas en lista de espera para acceder a una plaza de residencia pública, verificando este dato, por sí solo, la necesidad de mayor inversión desde las distintas administraciones del estado. En estas circunstancias, resulta natural que desde el sector privado se pretenda atender, sin más, este nuevo boom, consecuencia -como todos los boom- de una acuciante necesidad social. 

¿Podremos anticipar soluciones a este fenómeno tan vejatorio como injusto? ¿Sabremos regenerar nuestras ciudades y edificios con el objetivo de garantizar nuestra calidad de vida en este nuevo paradigma de las sociedades longevas? Se proponen a continuación tres ideas surgidas desde nuestro trabajo en torno a la rehabilitación y regeneración urbana, acciones entendidas desde una perspectiva de transformación de la cultura de los cuidados de larga duración:

1. La casa para toda la vida. La tecnología, la atención y servicio a domicilio, la adaptación de la vivienda y la generación de espacios de encuentro tanto en la propia casa, como en el espacio público, deben permitir que la mayoría de los adultos mayores, si así lo desean, puedan permanecer en su casa para siempre, favoreciendo la autonomía personal y la madurez activa: la casa sin fin (sin límites), la casa como “principio”, la casa como oportunidad… La rehabilitación de edificios presenta un enorme potencial para atender este particular.

2. La vida en el barrio. La transformación de los Centros de Día en espacios innovadores e integrados en la comunidad, favoreciendo apoyos y cuidados en la proximidad del domicilio, y, por lo tanto, la vida en el propio barrio donde la persona presenta un sentimiento de comunidad, pertenencia o arraigo. Para ello, a nivel urbano se debe favorecer la intergeneracionalidad, el comercio de proximidad, el calmado de tráfico, la renaturalización de aceras y plazas, o la generación de espacios estanciales y de descanso en el espacio público. En la regeneración urbana existe una gran oportunidad para atender este particular.

3. Unidades de convivencia. Cuando no sea posible la vida en la propia vivienda, como otra opción disponible, las actuales residencias deberán evolucionar hacia nuevos e innovadores modelos de convivencia: formas de vida comunitaria (a.) bien ubicadas en el centro de barrios y ciudades, (b.) bien dimensionadas en cuanto a superficies, servicios y personal de asistencia, y (c.) bien gestionadas desde nuevos modelos de atención centrada en la persona. En la renovación urbana existe una gran oportunidad para atender este particular.

La permanencia de los adultos mayores en el centro de barrios y ciudades no debe abordarse desde ninguna clase de paternalismo o solidaridad. Más al contrario, la convivencia intergeneracional supone la mejor inversión en favor de la convivencia: una enorme fuerza estructurante de pueblos, barrios y ciudades, un instrumento civilizador al servicio de la prosperidad, la diversidad y la resiliencia del conjunto de la ciudadanía. Tenemos herramientas para abordar este reto: ¡no dejemos pasar la oportunidad!  

NOTA. La imagen que acompaña al texto pertenece a la película “Little Miss Sunshine” (2006). Supone la celebración de la familia diversa, el grupo intergeneracional, la casa diferente (en este caso sobre ruedas) y, sobre todo, la mirada a una vejez alternativa -nada paternalista- extraordinariamente construida a través del personaje del abuelo (Alan Arkin). 

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