Hace unos días supimos de la
propuesta ganadora para la reforma y ampliación del Estadio Santiago Bernabéu
en Madrid. Parece que se haya establecido la última y definitiva versión de un
proyecto siempre inacabado. De hecho, el coliseo blanco nunca ha dejado de
ampliarse desde sus orígenes, como si su vocación fuera la de aquellas antiguas
catedrales cuya construcción ininterrumpida pasaba por el necesario concierto
de varias generaciones (1).
La imagen del Bernabéu es la
imagen del tiempo. Sin entrar en demasiados detalles sobre su historia, etapas,
aciertos y desencuentros, el estadio siempre ha presentado una estructura reconocible, un graderío en crecimiento desde el
campo hacia el exterior: un estadio es en primera instancia una estructura. En la imagen, Don Santiago posa orgulloso ante la
maqueta y los planos de la ampliación del segundo y tercer anfiteatro hacia la calle
Padre Damián (2), frente invariablemente distinto al resto del estadio y sobre el
que se han ido experimentando transformaciones diversas. Se observa cómo la
primera estructura del Estadio de Chamartín es rodeada por otra paralela de
mayor altura, resolviendo el acceso mediante una escalera simétrica de
inspiración neoclásica, una solución de los años 50 pero muy al gusto del Madrid de los 40 (3). Las obras posteriores para el mundial de 1982 (Alemany) completan
el anillo iniciado en Padre Damián, y en 1992 (Lamela) el estadio crece hacia
arriba a través de la actual estructura de hormigón, dejando visto el envés del
cuarto anfiteatro que conecta con las cuatro torres de circulación situadas en
las esquinas (4). La infraestructura aloja entre la poderosa osamenta un atlas
de pequeñas arquitecturas aditivas: cilindros de GRC, cajas de vidrio,
taquillas de chapa en planta baja, palcos interiores, restaurantes, tiendas,
oficinas…un crecimiento atomizado a base de volúmenes autónomos reconocibles
desde el espacio exterior o el propio vacío interior.
La construcción continuada,
ininterrumpida y aditiva ofrece una imagen compleja y fragmentada, que ha ido
trasformado el clasicismo castizo del graderío original en una infraestructura en
constante reprogramación epitelial, un proceso de colmatación que sin duda hubiese merecido una oportunidad. En cualquier caso, el actual estadio presenta a mi
juicio dos grandes valores arquitectónicos relacionados con la memoria y la escala
urbana. La construcción dilatada del estadio (todos los presidentes han añadido
parte del programa pero ninguno ha decidido por completo la solución actual),
ha generado una infraestructura que se va
haciendo, se transforma con la ciudad, su crecimiento pertenece a la memoria
colectiva exactamente igual que el ritual implosivo
de acudir al campo los domingos o la conquista explosiva hacia Cibeles tras la consecución de algún título: la
superposición de acontecimientos también construye la ciudad (5). A nivel
urbano el estadio presenta varias escalas, y si bien representa de lejos su
papel como coloso monumental, en la
distancia corta el edificio parece menor, gracias en parte a la omnipresencia
de elementos y situaciones que se resuelven desde la pequeña escala: pórticos
inferiores, sombras profundas bajo las cajas de vidrio y a franjas en el
graderío superior, cilindros verticales de GRC que vuelan sobre la acera, exentas
rampas helicoidales de acceso…un juego vibrante de luces y sombras que conectan
la imponente escala del estadio con los elementos más pequeños propios de lo
urbano y lo humano.
La solución arquitectónica que ahora se impone como
definitiva está exenta de, al menos, estos dos importantes valores urbanos: por
un lado, la envolvente actúa como la carrocería final de un Lamborghini (6), un ejercicio de architectural tuning que oculta la poderosa infraestructura y las miles de pequeñas
historias de la Historia que hoy se muestran desordenadas con cierto desparpajo;
por otro, el caparazón metálico y radiante, impropio para un cielo y una luz
como la de Madrid (7), carece de dispositivos reguladores de la escala urbana,
adquiriendo una imagen de “Mall of
America” sin matices ni referencias, una especie de “Premier Shopping” desesperadamente cegador y megalómano que lamentablemente,
y aunque ni siquiera alcance para nosotros el dudoso estatus de icono que tanto gusta a la
administración local (8), parece reflejar el actual modelo de construcción de la
ciudad. Y es que los (oh!) render presentados al concurso no mienten: el entorno no existe. Tan solo se intuye su reflejo desfigurado y nebuloso sobre la flameante superficie metálica de este nuevo Bernabéu tuneado (9).
NOTAS
(1) Contaba Carlos Lamela la
compleja organización de las obras continuadas durante los últimos 20 años sin
que nunca se haya interrumpido un solo partido.
(2) El Estadio de Chamartín
quedaba sin cerrar en primer y segundo anfiteatro en este frente. La baja
altura del coso se debía a una interesante disposición rehundida del terreno de
juego, permitiendo que el primer graderío se desarrollara sobre el terreno
natural. El ingeniero fue Carlos Fernández Casado, ver más información sobre el
proyecto original aquí: http://www.cehopu.cedex.es/cfc/expt/FC-074-001.htm
(3) A los años 40 pertenecen
obras como el Ministerio del Aire (Gutiérrez Soto), la Capilla del Espíritu
Santo (Fisac), las Viviendas de Plaza Gregorio Marañón (Gutiérrez Soto), la
Iglesia de San Agustín (Luis Moya) o el Banco Mercantil e Industrial (Antonio
Palacios), todas en Madrid y todas afectadas de una cierta exaltación nacional
de carácter clásico.
(4) Sobre estas ampliaciones del
Bernabéu: “Reformado y desfigurado por Alemany et al. en 1982 y Lamela en 1992”. Antón Capitel, Guía de
Arquitectura, España; Madrid, Tanais, 1998, pág. 239.
(5) Está por ver la adaptación de
Madrid y sus ciudadanos a este nuevo modelo de centralidad comercial y
turística que se quiere imponer desde numerosos focos a la vez (Bernabéu, Gran
Vía, Plaza de España, Estación del Norte…). El problema no es la reprogramación
en sí misma, sino el modelo de tratamiento del tejido existente al margen de su
valor patrimonial, la estrategia de piqueta
+ icono en lugar de canalizar cada una de estas intervenciones como una
oportunidad para hacer ciudad, a poder ser, con la toma en consideración de los
ciudadanos.
(6) Sobre el tipo de carrocería y
otros interesantes apuntes recomiendo la lectura de este oportuno debate
iniciado por José Ramón Hernández Correa: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=776285309065998&set=a.161581390536396.37995.100000536075822&type=1&theater¬if_t=like
(7) Esperemos que los reflejos no
derritan ningún Jaguar, como ocurrió en la City de Londres hace tan solo unos
meses: http://www.abc.es/internacional/20130903/abci-rascacielos-londres-jaguar-201309031558.html
(8) Sobre el interés del Ayuntamiento
de Madrid por estrategias basadas en la piqueta y el icono hemos hablado aquí
en entradas anteriores: “Impactos urbanos después de la burbuja” (curiosamente
Carlos Fernández Casado fue el ingeniero del Estadio y la Estación de
Trolebuses de Chamartín) http://madc-texts.blogspot.com.es/2012/11/impactos-urbanos-despues-de-la-burbuja.html
y “Tres reflexiones sobre el MAADU” http://madc-texts.blogspot.com.es/2014/01/impactos-urbanos-despues-de-la-burbuja.html
(9) Queda abierto el debate sobre la gestión de los estadios como infraestructuras públicas en lugar de recintos pertenecientes a clubes privados, una interesante posibilidad que por desgracia no parece viable en un país que conduce firmemente en la dirección opuesta: la privatización de numerosas infraestructuras públicas. Sin ir más lejos, la pasada semana el estadio de La Peineta en Madrid pasó a ser gestionado por empresas privadas: "La Peineta como Maracaná".
(9) Queda abierto el debate sobre la gestión de los estadios como infraestructuras públicas en lugar de recintos pertenecientes a clubes privados, una interesante posibilidad que por desgracia no parece viable en un país que conduce firmemente en la dirección opuesta: la privatización de numerosas infraestructuras públicas. Sin ir más lejos, la pasada semana el estadio de La Peineta en Madrid pasó a ser gestionado por empresas privadas: "La Peineta como Maracaná".
Ya podría tratarse de un tuneado más mínimo. Buena entrada. http://2worldtree.blogspot.sg/2014/02/2wtree004-green-ink-on-envelope.html
ReplyDeleteGracias Miguel, al menos un tuneado más acorde con la historia del estadio, Di Stéfano decía que iba a trabajar a "la fábrica" y ese espíritu aún lo conserva el actual Bernabéu, un abrazo.
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