Sobre lo urbano (1).
Cuando un mural aparece sobre una medianera o una
fachada nos encontramos, casi siempre, ante el síntoma de algo. Nunca es casual.
¿Por qué aquí? ¿Por qué no en el edificio de enfrente, en este o en aquel? Hace
tiempo reflexionamos sobre esta lectura del mural como marcador preciso, como
señal de fragilidad, como identificador de un asunto pendiente en un lugar (2).
¿Existe en este particular entorno una fisura anticipatoria para este o
cualquier otro mural? La obra de Fisac et al se encuentra situada en un
polígono segregado de la ciudad en el que se concentran varios equipamientos
entre las autovías A-42 y M-406, presentando difícil acceso peatonal, ausencia
de vida urbana y sensación de inseguridad: la periferia de la periferia (3). Para
un edificio -más aún si se trata de patrimonio moderno- la posibilidad de
recibir un mural es creciente y directamente proporcional a la peor
planificación, menor vida de barrio, crítica calidad del espacio público e
insuficiencia en el mantenimiento. Indicadores de riesgo.