Cuentan que el arquitecto
japonés Ryue Nishizawa comienza siempre sus charlas y conferencias mostrando una pintura de la antigua ciudad
de Kioto: “Sí, (es cierto) porque creo que esa pintura es el ejemplo más
importante sobre cómo es hoy la arquitectura en Japón. Creo que hay dos cosas
muy importantes en la conformación de la construcción de las ciudades: primero,
que no hay un centro de la ciudad como lo conocemos hoy, y por tanto, también
desaparece el concepto de periferia” (1). Llama la atención esta significativa consideración
de una pintura de comienzos del Siglo XVII, tanto que se refiere a ella como “el
ejemplo más importante” sobre cómo debería ser hoy la arquitectura y la ciudad, una suerte de futuro primitivo
al que deberíamos encomendarnos.
Esta pintura se conoce
como Rakuchu Rakugai-zu, un conjunto de seis paneles de seis pliegues
realizados en tinta y color sobre papel dorado. Lo interesante del término japonés
se explica desde su condición compleja y contradictoria,
al traducirse lo que vemos como algo que sucede “dentro de la ciudad” (rakuchu)
y al mismo tiempo “fuera” (rakugai). El dibujo representa la convivencia armónica
y solidaria entre arquitectura y la naturaleza (2), una suerte de paisaje
habitado en forma ligera y carácter sistémico auto-regulado: “Sin centros, una
ciudad es más democrática, con usos de espacios más igualitarios y con la
convivencia de la naturaleza, lo que tiene un profundo significado en la mejora
de la calidad de vida de las personas que la habitan” (3). La ciudad
des-jerarquizada y su potencial en la construcción de futuros paisajes democráticos
desde la variable cultural, ecológica y social.
En la propia arquitectura
de Nishizawa subyace la idea del espacio des-jerarquizado o la
metodología del catálogo, conviviendo árboles frutales y
volúmenes prismáticos, alfombras y macetas, cofres de madera lacada en negro y
cortinas blancas y vaporosas, palmeras y mobiliario de procedencia dispersa y
épocas divergentes en una suerte de paisaje palimpsesto, interior y exterior, presente
y futuro a un tiempo: la casa como ciudad y viceversa, la ciudad como casa natural
y artificial, heredada y en continua transformación. En el dibujo, la
naturaleza y el suelo parecen confundirse en una especie de bruma
infraestructura que avanza sobre los tejados hasta las venas del río caudaloso,
verde y oscuro, como si la vida no reclamara nada más (y nada menos), salvo
quizá las ligeras construcciones en madera, textil y papel de arroz a modo de
instalaciones frágiles entre la espesura. Más allá de la maniquea sátira
hiperbólica de los centros y las periferias, se propone aquí un sistema de
patrones para la regeneración ambiental de la ciudad contemporánea, la arquitectura
y la naturaleza entrelazadas sin centros, sin apenas aire ni lugar entre ellas: un sistema
primitivo que Nishizawa formula, sin embargo, como una promesa para la ciudad
próxima. El futuro sistema anterior.
NOTAS
(1) Ryue Nishizawa, entrevista
en América Economía, 15 de febrero 2019, ver entrevista completa aquí.
(2) Desde la perspectiva
ecológica del paisaje, interesa el trabajo de Richard T.T. Forman (Landscape Ecology Principles for Landscape
Architecture and Land-Use Planning) o Ian McHarg (Dwelling in Nature: Conversations with Students), entre otros.
(3) Ryue Nishizawa, entrevista
en América Economía, 15 de febrero 2019, ver entrevista completa aquí.
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