Una de las funciones esenciales
de la arquitectura es el abrigo, la protección frente al clima y sus variables
manifestaciones. Con independencia de la época o área geográfica que se quiera
determinar, desde la cueva al rascacielos, todos los espacios que han cobijado
a los hombres han domesticado el
afuera y reconfortado ante la intemperie. La casa japonesa, sin embargo, por
alguna extraña y seguramente fascinante razón, procura una cierta indiferencia
ante la meteorología caprichosa de este país-archipiélago situado entre tifones,
movimientos telúricos y vientos tropicales o siberianos.
La atmósfera cálida que envuelve
el cuerpo contrasta con la sombra densa del aire gélido. En palabras de Saitō
Riuku, “el refinamiento es frío” (3). Junto al tokonoma, el inmóvil habitante interior pudiera ser una de las
representaciones más reales de la calma y el vacío un pedazo de la concha de la tortuga celeste (4) en la ceremonia del
frío.
NOTAS
(1) El Kama es el recipiente de
metal que contiene el té; se introduce en un brazer de hierro (Furo)
bajo el suelo que sirve para mantener el calor.
(2) El Kimono es el vestido
tradicional japonés.
(3) Junichirō Tanizaki, El Elogio
de la Sombra, Madrid, Siruela, 2001, pág. 17.
(4) Lezama Lima, fragmento del
poema “El Pabellón del Vacío”, en Fragmentos a su imán, 1978.
No comments:
Post a Comment