En ocasiones nos hemos preguntado
por el fuerte sustrato emotivo de la arquitectura religiosa cuando ésta se
aborda desde la humildad (1). Se trata no tanto de subrayar su carácter
instrumental, su voluntaria renuncia a la singularidad, el ascetismo material o
su incorrección ante la ortodoxia del
canon; tampoco se pretende desvelar la ausencia de mecanismos dramáticos de la
luz como trampa sobrecogedora. Tal vez el templo al que nos referimos pretende
“solamente” conectar lo humano con lo humano,
fortalecer tanto la individualidad como la comunidad, la introspección y la
concurrencia en una suerte de caja de
resonancia para el espíritu.
La iglesia de García de Paredes
difumina las huellas del tipo y se propone a la comunidad como un refugio popular,
una infraestructura como alternativa al santuario.
La arquitectura religiosa moderna ha
excitado su condición trascendente desde la escenografía y el estructuralismo
gratuito; las iglesias de Notre-Dame-du-Haut en Ronchamp (1950) o Saint-Pierre
en Firmini-Vert (1960-2002) de Le Corbusier, son una muestra de la arquitectura
religiosa como instrumento sobrecogedor desde la concepción formal y el uso escenográfico
de la luz natural (4). Pero la iglesia de los Almendrales nos enseña que la falta
de retórica monumental no significa ausencia de espiritualidad. La iglesia de
los Almendrales nos enseña que actuar sin pretensiones (5), símbolos o mensajes
puede conducir a la profundidad inabordable de lo intangible. La iglesia de los
Almendrales nos enseña que los materiales más económicos pueden ser también los
más nobles, y que los más importantes como el agua de lluvia o la luz natural
no tienen coste alguno. Templo de la humildad, infraestructura para el
espíritu.
NOTAS
(1) Humildad: virtud que consiste
en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de
acuerdo con este conocimiento. Diccionario de la lengua Española, RAE.
(2) Popularmente conocida como la
iglesia de Almendrales, José María García de Paredes, Madrid 1961-1964.
(3) Curiosamente ésta voluntad de
refugio, de iglesia conventual, fue objeto de duras críticas en su momento: “El acceso siempre bajando, introduciéndose
en el ámbito de la iglesia un porche, un patio, un atrio, la entrada indirecta
a la iglesia por medio de un narthex, van creando un recorrido espacial de
alejamiento, en que la iglesia se encuentra como clímax final una vez que se ha
perdido casi toda la sensación de relación con el poblado”. Adolfo González
Amézqueta, Hogar y Arquitectura nº61, 1965. Sobre este modo de ingreso a través
de un “bosque” ver Otras Puertas.
(4) Sobre Saint-Pierre en Firmini-Vert (1960-2002) ver las tesis doctorales inéditas “Saint-Pierre de
Firminy-Vert: el edificio como objet-à-réaction-émouvante”, Luis Burriel, UPM, ETSAM
2010; "La dimensión plástica de los elementos primarios. Église Saint-Pierre de Firminy-Vert 1960-1965", Merwan Chaverra Suárez, UPC, ETSAB 2013.
(5) La solución de pilar bajante se toma prestada del
Pabellón de Bruselas de Corrales y Molezún (1958). García de Paredes ni
siquiera pretende inventar nada, una actitud poco o nada frecuentada desde el
ámbito docente de la arquitectura, que se establece sobre la capacidad del
alumno para generar de manera sistemática soluciones “ex novo”.
Cada día estoy más convencida que Madrid no se acaba nunca.
ReplyDeleteOtra cosa visita más que añadir para la próxima vez que vaya. Gracias. :)
Gracias Merxe, es una visita muy recomendable, la experiencia espacial se acerca más a la mezquita que a la iglesia, además el culto diario lo hacen ahora en el "narthex" original y la sala principal suele estar vacía...yo me pasé allí un buen rato, un abrazo.
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