La arquitectura habita
plácidamente en el ámbito de la ortodoxia, bendecida por las reglas comúnmente
aceptadas por el colectivo, libre de errores
o defectos. Los códigos justifican,
los cánones legitiman. Aunque no siempre. La historia nos ha regalado
magníficos ejemplos de arquitectura surgida desde lo que Enrique Walker
califica como “lo ordinario” (1), es decir, lo cotidiano, lo popular, lo banal
hasta el límite de la incorrección. Arquitectura ejercida desde la alteración
del canon.
La incorrección puede ser una
poderosa herramienta de transformación. Cuentan que Pío Baroja, gracias al uso
de ciertas incorrecciones del lenguaje, fue “el iniciador más destacado de la
revolución lingüística en España” (4). En este caso, como en el de los
Smithson, se supera la mera provocación, la sorpresa o sencillamente la farsa: la
mayor incorrección es ser uno mismo; la incorrección supone la alteridad del
sistema y desde su conocimiento riguroso, propone su disponibilidad para ser otro; la incorrección supone la
extralimitación, el abandono de la cautela disciplinar, salir de la cueva y explorar el extrarradio soleado de
la arquitectura.
NOTAS
(1) Enrique Walker, (Ed.), Lo ordinario, Barcelona, Gustavo Gili,
2010.
(2) Casa Sugden, Wattford, Reino
Unido 1955.
(3) El cliente rechazó una primera
propuesta más ortodoxa, diríamos de “arquitectura”, lo que al parecer enojó
sobremanera a Alison Smithson. El
relato de Sugden aparece en el libro Alison
y Peter Smithson – from the House of the Future to the house of today, editado
por Dirk van der Heuvel y Max Risselada, Rotterdam, 010 Publishers, 2004.
(4) F. Bello Vázquez, Lenguaje y estilo en la obra de Pío Baroja, Salamanca,
Ediciones Universidad de Salamanca, 1988. Pág. 113.
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