“Construir un muro con piedras
sin labrar, sin mortero, en seco, puede que haya sido el primer paso que los
hombres dieron en busca de aquello a lo que hoy llamamos arquitectura” (1). La
idea del muro como tercer espacio, como frontera profunda, sólida y material
entre dos mundos, fue progresivamente aligerada desde la aparición de las
estructuras metálicas, no sin recorrer un interesante camino de transición que
podríamos identificar en proyectos como el Home Insurance Building de Chicago (2): armazón de acero y fachada de piedra o el grabado del muro en hondura tras un nuevo andamiaje. La generación posterior de tecnologías “en seco”,
ha favorecido el ensamblaje de componentes ligeros frente al apilamiento de
masas pesadas, una nueva gramática industrializada que parece desatender los orígenes del muro como mediador autorizado por
la Historia.
La construcción del carácter versus la cualificación del espacio interior.
La frontera profunda versus la membrana sin espesor. Tal vez Alejandro de la Sota resolviera ambas en el edificio de Correos
de León: una envolvente ligera a base de panel de chapa Robertson se pliega al
interior retrasando la posición de la carpintería, revelando al exterior el
espesor de un muro inexistente y proponiendo al interior una serie de armarios,
estanterías y espacios disponibles. El muro de aire: profundo pero sin espesor.
La anástrofe constructiva se vuelve más excitante y contradictoria desde la colocación de los paneles como
sillares (en hiladas horizontales y juntas contrapeadas “a mata junta”) y
acabado esmaltado en tonalidad pétrea color León. La refinada complejidad de la
construcción en la obra de Don Alejandro. El poeta Benjamín Prado escribe que “en los
sueños no hay muros” (5), pero será gracias a la técnica y al ingenio que
podemos “liberarnos de los grandes macizos y los grandes pesos” (6) y mantener
sin embargo la profundidad de la fábrica, la densidad del límite. El tercer espacio.
NOTAS
(1) Rafael Moneo, “En los Andes”,
CIRCO 148, 2008, pág. 1.
(2) El conocido como primer
rascacielos del mundo en utilizar estructura de acero, fue construido en 1883 y
su fachada de piedra revela un espesor que en realidad no se corresponde con su
responsabilidad estructural.
(3) Adam Caruso, “Forma y
resistencia. Una conversación con Caruso St John”, entrevista realizada por
Pier Vittorio Aureli, El Croquis nº166, pág. 10.
(4) Adam Caruso, misma cita.
(5) Benjamín Prado, "Viaje al Reino de Redonda", en Iceberg, Madrid, Visor, 2011.
(6) Alejandro de la Sota, “Nuevos
materiales, nuevas arquitecturas”, Tectónica nº1.
Como anécdota sólo puedo decir que mis abuelos maternos vivían en un bajo de un edificio de 6 plantas construido en los años 50 con estructura de muros de carga. La vivienda se distribuía entre dos crujías de esos muros que llegaban a un espesor tal que recuerdo sentarme en el interior de los huecos de las ventanas o a mi abuela tendiendo ropa en ellos.
ReplyDeleteSaludos.
Hola Jesús, efectivamente la casa de tus abuelos es un ejemplo muy bueno de este tercer espacio, un lugar que los muros "delgados" desatendieron de alguna forma, salvo claro está en algunos casos como el que comento en el post. Gracias siempre por tus comentarios, un abrazo.
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