El pasado 2 de octubre asistimos
en Madrid a la conferencia impartida por Philippe Rahm bajo el sugerente título
“Meteorological Architecture” (1). El arquitecto suizo afincado en París repasó
el núcleo de un trabajo largamente desarrollado, desplegando un discurso bien
aprendido, seductor, culto, historiable,
visionario hasta el extremo de lo utópico y, sin embargo, armado sobre un
ejército de mapas, gradientes, diagramas, ecuaciones y resultados procedentes
de entornos virtuales de la energía. La prometida arquitectura del aire estaba a punto de ser revelada ante la
audiencia.
La propuesta de Rahm se despliega
desde una ligereza radical, un ejercicio en
continuidad con los proyectos de membranas de los 60 y la vieja aspiración inmaterial de la arquitectura (5). La belleza se reconoce ahora no en la geometría, la proporción,
la escala, la estructura, la medida o la materialidad; en su lugar, se propone
la recuperación de la cultura del clima, la complejidad programática o el
nomadismo habitacional, estrategias necesarias y que celebramos, recordando por
otro lado su origen vernáculo. Sin duda, incorporar al proyecto contemporáneo
cuestiones relacionadas con el confort térmico, hablar de la piel, de la
respiración o del vapor de agua, así como adentrarse en la cultura tangible de
los indicadores o de la monitorización del aire, nos parece altamente positivo,
incluso necesario, y pudimos felicitar personalmente a Philippe por ello (6).
Sin embargo, no debemos obviar la absoluta falta de contenido social de estas
propuestas; la inverosímil explicación política de la atmósfera como entorno de
transparencia, justicia y equidad; el incompleto y en ocasiones superficial
abordaje del problema energético y medioambiental del mundo; la convencional
respuesta arquitectónica, cuando ésta tímidamente aparece (7); o el errático
planteamiento energético en sí mismo en relación con el confort y el movimiento del aire (8). La propuesta de Rahm opera
fundamentalmente desde el fascinante ámbito cultural (9), pero plantea
numerosos interrogantes en los ámbitos social, económico o medioambiental, posponiendo
la deseable innovación disciplinar urgente y necesaria tanto para la
arquitectura como para la construcción de la ciudad. En su lugar encontramos universos gaseosos, hermosas cartografías del espacio a base de líneas rojas y azules. Energía en el aire.
NOTAS
(1) La conferencia coincidió con
la presentación del tercer número de la revista “Desierto” #3, titulado “28ºC”
y en la que aparece entre otros un artículo del propio Ramh con título “Built
Atmospheres”.
(2) Philippe Rahm, “Built Atmospheres”, Desierto
#3 “28ºC”, pág. 30.
(3) Frase que en el fondo
suscribiría cualquiera de los arquitectos que se embarcaron en el desarrollo de
las “casas solares” en los 70 tras la primera crisis del petróleo: un eslogan
clásico procedente de la cultura bioclimática. A nivel comercial, sin embargo,
esta revisión de sentencias más o menos ortodoxas dentro de la historia de la
arquitectura, sitúa al nuevo gurú en una suerte de heredero dentro de una
supuesta cadena sucesoria dentro del stablishment,
operación bien estructurada por estudios como BIG y su conocido “Yes is more”.
(4) Philippe Ramh citando a Robbe-Grillet,
Desierto #3 “28ºC”, pág. 35. Curiosamente la cita funciona bastante bien si se
invierten los términos: “we want architecture to be something before being there”.
(5) Reyner Banham, José Miguel de
Prada Poole, Archigram...
(6) De trato amable, retraído y
elegante, pudimos comentar algún trabajo de Mies van der Rohe en torno al aire
interior (estudiado por Rahm) y Alvar Aalto sobre la visibilización de la energía.
(7) Las imágenes de arquitectura,
escasas, pasaban a gran velocidad, deteniendo la presentación en los diagramas
de flujos termodinámicos. Las estrategias meteorológicas
de Rahm se integran y resuelven muy bien en edificios existentes (como una
nueva narrativa atmosférica interior ligada a la reducción del consumo
energético), o bien en la climatización artificial de espacios públicos saturados, como su último proyecto
parque en Taiwán.
(8) Recordemos que el aire es un
mal conductor de la energía, y lo es porque (A) no tiene apenas densidad y por
lo tanto presenta una muy baja Capacidad Calorífica o Masa Térmica (casi 4.000
veces menor que el agua, por ejemplo); y (B) presenta un bajísimo coeficiente
de Conductividad Térmica: más que un buen transmisor de
energía, el aire es un buen aislante. Calentar y al mismo tiempo enfriar (como aparece en la imagen que acompaña este texto), mover en definitiva grandes masas de aire interior, no
parece oportuno, eficiente, rentable ni deseable.
(9) Las instalaciones museísticas
en torno a los fenómenos meteorológicos resultan francamente interesantes. Sin
embargo, nadie ha planteado (por ahora) incorporar en su propia casa el, por ejemplo, sol artificial instalado por Olafur Eliasson en la Turbine Hall de la Tate
Gallery en 2003, proyecto presentado precisamente como “The Weather Project”.
Muy interesante el post, Miguel Angel, enhorabuena.
ReplyDeleteMe interesan mucho esos estudios de Rahm a los que aludes en la nota nº6, en especial los relacionados con Mies van der Rohe. ¿Están publicados on-line, solo off-line, o no lo están? Gracias...
Muchas gracias Rodrigo, en una conversación breve pude felicitar a Philippe por su trabajo y comentarle mi interés en estos temas incluso desde el Movimiento Moderno (un tema muy poco estudiado), aquí es donde Rahm comentaba que él conocía unos trabajos de Mies sobre el aire interior, sobre la atmósfera en la arquitectura...quedó en enviarme la documentación, te mantengo informado, un abrazo!
ReplyDeleteinteresantísimo.. aprovechando la máxima diferencia de potencial energía calorífica entre el agua y el aire se consigue un ahorro energético asombroso. Un ejemplo experimentado fue la climatización del pabellón faro (expo2008) donde Iñaki Urkía y Juan carlos Pericas aprovechaban el agua a bajas temperaturas de los niveles freaticos introducida en radiadores en serie como acumuladores térmicos en una galería bajo el suelo del pabellón por la que discurría aire (como portador volatil de temperatura introducido del exterior a 40º que rápidamente bajaba a 25º una vez atravesaba la galería de radiadores .. empleando sólo energía en bombas de agua y ventiladores de aire que es mucha menos que en bombas de calor.
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