El diseño de una superficie a
partir de la repetición de uno o varios elementos, establece un juego tan
adictivo como estimulante. El material de la pieza, su geometría, textura,
color, brillo o posición, convocan a la sensibilidad y el esfuerzo por la
determinación del módulo, si bien será su sencilla repetición organizada la que
consiga finalmente la diversidad prometida. Más allá del juego y sus reglas
compositivas, interesa aquí la capacidad de estos patrones como instrumento de
activación de formas ilusorias: la transformación de un pavimento en una
superficie liviana, sutil, aérea como la suma de hilos coordinados en la sábana
tendida (1).
Muros encalados y suelos azules
frente al Mediterráneo (3). La reproducción organizada del baldosín, sus
patrones y giros, su color o su brillo, introducen una suerte de vibración
acuática en las habitaciones, un espejismo de profundidad marina. Pero cómo
subir el mar a tu dormitorio, o mejor, cómo sentir el movimiento del mar bajo
tus pies. Retos valiosos. La conquista del firme tiene lugar, paradójicamente,
al margen de su solidez: el suelo como acontecimiento ligero, profundo y
misterioso como los espejos de Alicia o Matsuyama. “Arquitectura, envoltorio
del cuerpo; poroso para el espíritu” (4). Firmes que ondean, vibran, alivian el aire que les rodea. Suelos profundos.
NOTAS
(1) Sobre este tema ver: Antón
Capitel, Las formas ilusorias en la Arquitectura Moderna, Sevilla, Tanais,
2004.
(2) Gio Ponti, “Giovinezza d’oggi
o splendida età di Le Corbusier?”, Domus 320, 1956, pág. 1-4. Traducción MADC.
(3) Cerámica D’Agostino. Hotel
Parco dei Principal di Sorrento, Italia, Gio Ponti, 1960. Ver el espléndido reportaje en el blog de la revista Tectónica: Cerámica Gio Ponti
(4) Alejandro de la Sota, “Tema universal hoy: arquitectura y tecnología”, Revista Arquitectura nº 26, febrero 1961.
(4) Alejandro de la Sota, “Tema universal hoy: arquitectura y tecnología”, Revista Arquitectura nº 26, febrero 1961.
Imagen: Gio Ponti, Pequeña Casa
Ideal, 1939.
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