La caja de cristal supuso la expresión más evidente de las tesis de la modernidad. La técnica y los nuevos materiales permitían la revelación de "un nuevo mundo -adecuado, transparente, cristalino, eléctrico-, en oposición a la condición -subterránea, sucia de carbón-, que caracterizaba al trabajo victoriano" (1). La arquitectura establece un orden. Si bien Mies construye a finales de los años veinte una idea prístina del resurgir alemán tras la Primera Guerra Mundial, años más tarde en España arquitectos como Alejandro de la Sota, Corrales y Molezún o Francisco de Asís Cabrero en Madrid, se encargarían de fabricar la heroica pátina moderna que habría de representar al régimen desde los populares boletines del NODO (2).
El Pabellón de Cristal de Francisco de Asís Cabrero ha sido comparado de manera reiterada con la obra de Mies, cuya obsesión en palabras de Alberto Campo Baeza fue la de "ofrecer a la humanidad la caja de cristal" (3). Concretamente con el proyecto para el Convention Hall de Chicago, 1953-54, tanto por las grandes dimensiones como por la definición del espacio vacío a través de una estructura metálica de gran canto. Sin embargo muchas son las diferencias entre estos dos hercúleos proyectos: estructura unidireccional vs bidireccional; geometría rectangular vs cuadrada; sencilla construcción vs tecnología refinada; y en nuestra opinión, el desacuerdo más revelador de entre todos ellos: el establecimiento elevado vs semienterrado del plano horizontal.
Mies presenta un plano principal rehundido respecto el nivel de la plaza exterior, generando un espacio introspectivo aislado visualmente del exterior (4). Cabrero, consciente de la posición privilegiada de la caja de cristal, eleva el plano principal una planta sobre el nivel de acceso, generando un observatorio mirador sobre la cornisa y origen de la ciudad de Madrid. El acceso por la fachada Oeste permite recorrer longitudinalmente el espacio expositivo y alcanzar finalmente el ventanal Este desde el que contemplar la ciudad dorada a la luz del atardecer (5). El Pabellón de Cristal se establece entonces no solo desde el orden técnico o el orden cultural, sino desde el orden paisajístico como lo hicieran el Partenón o la Galería Nacional de Berlín. Como si cada decisión de proyecto determinara una clase especial de orden y cada orden remitiera a un principio esencial más allá de nuestro espacio y nuestro tiempo. Los principios del orden.
NOTAS
(1) Rafael Moneo cita a Quetglas en el prólogo de "El horror cristalizado. Imágenes del Pabellón de Alemania de Mies van der Rohe", Josep Quetglas, Barcelona, Actar, 2001.
(2) En el periodo 1958-64 se terminan obras seminales como el Pabellón de los Hexágonos de Corrales y Molezón, el Gobierno Civil de Tarragona o el Gimnasio Maravillas de Sota, y el edificio Arriba o el Pabellón de Cristal de Cabrero, éste último conviviendo en extraña distopía con el de Corrales y Molezún en la casa de Campo de Madrid.
(3) Alberto Campo Baeza, "La Idea Construida", Buenos Aires, Librería Técnica CP67, 2000, "Reflejos en el ojo dorado de Mies van der Rohe. Sobre el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en Madrid de Francisco de Asís Cabrero", págs. 88-91.
(4) El conocido fotomontaje de la estructura superior de la que cuelga la bandera estadounidense sobra las cabezas de cientos de personas con pancartas, muestra a las claras la construcción de un espacio ensimismado, delimitado por un cerramiento opaco de mármol negro.
(5) El proyecto fue rehabilitado por el estudio Entresitio entre 2006-14 respetando los elementos identitarios del proyecto original.
Imagen procedente del libro: "Francisco Cabrero, arquitecto. 1939-1978"; edición a cargo de Javier Climent, Xarait Ediciones, pág. 119.
Imagen procedente del libro: "Francisco Cabrero, arquitecto. 1939-1978"; edición a cargo de Javier Climent, Xarait Ediciones, pág. 119.
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