4 August 2014

MUROS Y MAR


Existe en las Piscinas das Marés de Álvaro Siza un habitante singular, extraño, excepcional (1). Bien podríamos sintetizar esta intervención como un gran muro equipado y una serie de balsas de agua de mar almacenada de manera natural entre las rocas del entorno. El equipamiento lineal se compone en realidad de muros paralelos de hormigón in situ entre los que se integran el programa y los recorridos, una serie de espacios alineados y rehundidos con respecto la calle. Sin embargo, uno de ellos, rebelde, gira exactamente 45º, se adentra en el paisaje de rocas y se dirige hacia el mar.

En nuestra primera visita como estudiantes (hacia 1994) intentamos comprender esta solución. El propio Siza nos daba una primera explicación para este particular muro insurrecto: “Recuerdo que cuando comencé este proyecto compré un libro sobre Frank Lloyd Wright, y en ciertos aspectos, una parte de su obra […], ejerció una positiva influencia sobre mi trabajo. En las piscinas está presente el poder de su geometría esencial, visible en el uso subyacente de las líneas a 45º […]. Recuerdo que entonces Wright era una especie de camino hacia la libertad” (2). La rampa de acceso te introduce inmediatamente en un paisaje lineal de madera y hormigón: el mar desaparece. Entonces descubres que tal vez esa sea la principal misión de este muro insolente: ocultar el océano hasta el momento preciso, contener la luz, construir una secuencia. Era invierno y el lugar estaba vacío. La explicación nos pareció relevante, casi concluyente. Necesitamos otro viaje para descubrir la otra verdad.

Pasamos el verano de 2001 recorriendo la Costa Verde y nos pareció una buena idea iniciar el viaje en las Piscinas, esta vez como bañistas. Entonces descubrimos algo que nunca aparece en los planos ni en las fotografías, algo sobre lo que rara vez se escribe y que, sin embargo, en esta ocasión desvela, más allá de la geometría esencial o la secuencia de acceso, otra poderosa razón para la existencia de este muro levantisco: el viento. Las sombrillas en Oporto no son paraguas horizontales, sino barreras de protección frente al viento Atlántico de dirección noroeste. El muro inclinado protege la explanada del bar, refugio no solo para los turistas sino también para sillas y mesas tan veraniegas como ligeras y sensibles a las grandes corrientes. “…Que ni el sol caliente, ni ilumine inútilmente, ni el agua corra, ni las olas rompan en la orilla sin dar provecho” (3). Dante parece susurrar a Siza desde este lugar de rocas y viento donde el baño se transforma en ritual entre muros y mar.

NOTAS

(1) Piscinas das Marés, Leça de Palmeira, 1961-66.
(2) Siza, Álvaro. En Álvaro Siza, Milán, Electa, 1992, pág. 32. Traducción MADC.
(3) Dante Alighieri, La Divina Comedia.

FOTO en Álvaro Siza. 1954-76. Lisboa, Blau, 1997, pág. 88-89.

2 comments:

  1. Efectivamente, tan importante en la obra del Siza, las secuencias (casi a un nivel cinematográfico), como la respuesta a las necesidades "invisibles" del hombre. Gran post, Miguel Ángel.

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  2. Gracias Stepienybarno, me alegra que el post os haya interesado, un abrazo.

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