La arquitectura de Leonidov opera
desde un reducido catálogo de elementos formales. La sobriedad técnica, el
culto a la ingeniería, el rechazo por la tradición arquitectónica o el aprecio
por el sintético arte suprematista,
somete las geometrías y las formas a la más sencilla de sus expresiones. Sin
embargo, desde la mínima sintaxis, la arquitectura de Leonidov intenta
condensar los valores del mundo y de una época; la arquitectura de Leonidov opera
desde una de las categorías más contemporáneas de lo invisible: el movimiento.
No es de extrañar que durante el
verano de 1928, cuando los arquitectos soviéticos reciben la invitación para
participar en el concurso internacional para la construcción de un Memorial
para Cristobal Colón en Santo Domingo, República Dominicana, Leonidov fuera el
encargado de proponer una solución al problema del monumento: “El monumento debe actuar como un condensador de todos
los logros y progresos del mundo” (1). El programa arquitectónico del Memorial
incluía los espacios habituales de museo, capilla e incluso la tumba del propio
Colón aunque el “cerebro del monumento” (2), serían los laboratorios
científicos. Sin embargo, la escala y verdadera dimensión de la intervención, se
aborda desde las infraestructuras relacionadas con el transporte, la
transmisión y un atlas de movimientos que conectan el Memorial con el mundo:
mástil de 300m de altura como potente antena de radio (capaz de transmitir
información y conocimiento procedente de cualquier parte del planeta); mástiles
para el amarre de dirigibles (fabricados para cruzar el Atlántico o atravesar el Ártico); aeropuerto y pistas de aterrizaje (proponiendo la intervención como
un nodo de comunicación aérea global entre Europa y América); puerto en el río
Otsama (modificando su trazado a tal efecto); estación meteorológica (instrumento
de monitorización de tormentas y comunicación con los sistemas de navegación
aéreos y marítimos): la monumentalización
de la infraestructura.
La muestra de antenas, mástiles y
dirigibles se presenta como una característica común a muchos de los proyectos
de Leonidov (3): desde su conocido proyecto de graduación como estudiante de Vkhutemas
en Moscú, el célebre Instituto Lenin (1927), hasta la propuesta de la OSA para
la ciudad lineal de Magnitogorsk o el Palacio de Cultura (ambas de 1930), sus
propuestas constituyen un verdadero elogio
del movimiento, incluyendo “pistas de atletismo, exhibiciones de vuelo,
carreras de automóviles o ejercicios militares” (4). Como si la arquitectura no
fuese más que una constelación de cuerpos, datos y aeronaves girando en armonía
interplanetaria; como si la arquitectura solo tuviera sentido como instrumento de
conexión permanente entre todos los hombres, una suerte de estado de sincronización
colectiva, de vibración, de ingravidez, de armonía concentrada en
infraestructuras de recepción y emisión, aterrizaje y despegue: arquitectura de
mástiles y dirigibles.
NOTAS:
(1) Leonidov, Ivan, “Notes on the problem of
the monument”, Sovremennaia arkitektura, 1929, nº4, págs. 148-49.
(2) Leonidov, Ivan, “Ivan Leonidov. The
Complete Works”, London, Academy Editions, 1988, pág. 68.
(3) La Unión Soviética utilizó
dirigibles como instrumento militar, de transporte y de propaganda hasta
principios de la segunda mitad del siglo 20.
(4) Frampton, Kenneth. Sobre el
Palacio de Cultura en “La nueva colectividad: arte y arquitectura en la Unión
Soviética, 1918-1932”, en Historia Crítica de la Arquitectura Moderna,
Barcelona, Gustavo Gili, 1991, pág. 177.
Imagen: Monumento a Cristobal
Colón en Santo Domingo, República Dominicana, Ivan Leonidov, 1929. Extraída de “Ivan Leonidov. The
Complete Works”, London, Academy Editions, 1988, pág. 68.
No comments:
Post a Comment