El ojo transforma la arquitectura
en una película sensible, registra la compleja coreografía de reflejos, sombras
y vibraciones que parecen alterar su propia materialidad: temblores de luz sobre
la penumbra del techo junto al agua; imágenes desenfocadas de nubes y estrellas
que transitan sobre suelos de losas brillantes o satinadas; sombras de personas
y cosas que se arrastran sobre cubiertas y muros. La arquitectura constituye un
elogio del movimiento. Y Mies lo sabe.
Al atardecer, la sombra lineal de la cubierta sobre las
piernas, la oscuridad en forma de medias para
mujer, oculta la parte inferior del cuerpo y asciende por los muslos hacia la
cintura, el pecho, los hombros, hasta finalmente sumergir por entero la
escultura en el vestido negro del
universo en la noche. Como si de una inmersión en agua helada se tratase, la figura
parece resistirse a la sombra, al frío, a lo oscuro, y coloca sus brazos en lo alto,
serena ante lo inevitable, reteniendo la última exhalación del día en la palma
de sus manos. Sombra gélida, manos hacia la luz: atardecer en El Pabellón.
NOTAS
(1) Frente a otras figuras de
Kolbe, de posición expresionista con referencias claras a la danza (ver “DieTänzerin, 1912), esta escultura pertenece a un reducido grupo excepcional que
presenta una expresión mucho más natural. Para más información sobre otras
obras de Kolbe ver http://www.pointes.es/Georg-Kolbe
(2) Fine Arts Museum of San Francisco, Claude
Nicolas Ledoux, 1804. Ver aquí.
(3) Iris: Arco de colores que a
veces se forma en las nubes cuando el Sol, y a veces la Luna, a espaldas del
espectador, refracta y refleja su luz en la lluvia / Disco membranoso y
coloreado del ojo en cuyo centro está la pupila. Diccionario RAE.
(4) Precisamente el título de la
escultura es “Morgen” (Amanecer), Georg Kolbe, 1925.
Este texto es impresionante. Lo he leído tantas veces. No me canso.
ReplyDeleteGracias María Camila, por comentarios como el tuyo merece la pena seguir descubriendo atardeceres. Saludos.
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