Las carreteras de montaña se presentan en ocasiones como una verdadera galería de paisajes. Con cada viraje -en cada recodo- el vértigo aparece con rostro de valle o acantilado, como un extraño y quebradizo horizonte. Esta fascinante pérdida de referencias y al mismo tiempo efímera conquista intraocular, este peligro voluptuoso, constituye un recurso muy utilizado en el cine, vean de nuevo To Catch a Thief filmada allá por 1955: qué mejor escenario para la huida continuada de un ladrón, que aquella panorámica aguamarina que se despliega sinuosa entre Niza y Montecarlo. Bien sabía Alfred Hitchcock que se encontraba ante una de las carreteras más hermosas del mundo: la Grande Corniche.
Conscientes del potencial de su paisaje interior,
así como de los riesgos del creciente turismo de crucero a través de los
fiordos, el gobierno de Noruega decide (hace no más de diez o quince años) la
creación de un plan de Rutas Nacionales de Turismo, un programa de mejora de
dieciocho ondulaciones escarpadas, o carreteras, equipadas con plataformas de
observación y miradores, aparcamientos, áreas de descanso, puentes o nuevos
accesos a lugares recónditos y hasta entonces inaccesibles (1). Todos los equipamientos
puntuales han sido diseñados por diferentes arquitectos y paisajistas con
experiencia, desde Peter Zumptor hasta SnØhetta, JVA o Reiulf Ramstad entre otros. En palabras de Ulf GrØnvold "Los
resultados han sido espectaculares: estructuras poéticas en un paisaje
dramático" (2). La arquitectura como acontecimiento de una red que se
tiende sobre el paisaje.
Pensemos por un momento en la sola idea de convertir la carretera "obra pública" (3) en una infraestructura paisajítica como decisión consciente y decidida de un Estado, es decir, la propuesta de transferir valores culturales a un entramado de asfalto y el territorio que acontece. Este ejercicio de planeamiento curiosamente disperso, desprende no solo una actitud optimista y regeneradora, sino también una estrategia muy reveladora de su cultura. Desde luego los pequeños ejercicios de arquitectura diseminados por la geografía poco o nada tienen que hacer con la grandeza de los fiordos; también es cierto que la propia carretera, sin pabellones ni equipamientos, explica con certeza suficiente los valores inigualables del paisaje; y sin embargo, esta iniciativa se presenta ante nosotros como una envidiable visión transformadora de un territorio común, una suerte de coreografía trans-disciplinar, inclusiva e inter-ministerial (4): un ejercicio de museografía extendido sobre la totalidad de un país. Un ejercicio de museografía del paisaje.
NOTAS
(1) Ver Nasjonale Turistveger, Norsk Form, 2010.
(2) Ulf GrØnvold, "Noruega; ochenta años de modernidad", en Nórdicos, DPA 26, Barcelona, UPC 2010, págs. 22-27
(3) Aquí la Red de Carreteras del Estado depende del Ministerio de Fomento.
(4) Ministerios como el de Fomento, Cultura, Medioambiente, Economía o Turismo...trabajando conjuntamente, algo impensable en otros países.
Imagen: Mirador y área de descanso en Trollstigen, Reiulf Ramstad Arkitekter AS. Consutar proyecto en Nasjonale Turistveger, Norsk Form, 2010, págs. 112-113.
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