La heterogeneidad y eclecticismo de la actual industria textil ha convertido la ciudad hiperdensa en una suerte de nube polícroma, un paisaje humano de puntos en movimiento y actividad frenética que discurre a través del hervidero de avenidas, pasajes, parques y edificios. Existen también, como reductos en la marea, lugares reservados a comunidades uniformadas, espacios envueltos en una cierta solemnidad en los que la actividad se reviste de una manifiesta y necesaria adhesión a un singular traje colectivo: el convento, el hospital, el cuartel o la comisaría. Arquitecturas del uniforme.
Resulta excitante pensar una arquitectura que responda a la uniformidad, definir espacios habitados tan solo por rostros de atuendo invariable. En este sentido, la comisaría de policía parece una tipología especialmente atractiva, de hecho su evolución ha sido notable en los últimos 20 años. La gendarmería ha tratado de establecer nuevas relaciones con los ciudadanos a través de diferentes mecanismos de apertura y cercanía: en Holanda por ejemplo, durante los años 90, los cuerpos de la policía local inician un programa de reorganización y transformación estructural. Wiel Arets fue el encargado de proyectar las dos primeras comisarías en Boxtel y Cuijk, con programa y superficie similar (1). La respuesta arquitectónica articula (en ambos casos) una serie de volúmenes prismáticos revestidos de U-Glass, unos auténticos cofres de vidrio a modo de equipamiento cualitativo que subrayan la transparencia y vocación de servicio del "cuerpo", al tiempo que transmiten un cierto mensaje de seguridad y control. El proyecto de arquitectura como sistema de comunicación visual.
Reconforta en esta ocasión la correspondencia entre el uniforme colectivo de los funcionarios, su hábito, y la familiaridad de las arquitecturas que los representan (2). Como naves nodrizas, como estructuras cristalinas sujetas a alguna clase de disciplina marcial, su orden parece alejado de cualquier tipo de especulación formal o exploración tipológica y sin embargo, encontramos en ellas la elegancia civil y el refinamiento disciplinar del verdadero equipamiento público. La arquitectura establece signos en la vida social. En palabras de Roland Barthes "desde el momento que hay sociedad, todo uso se convierte en signo de este uso" (3). Semiología y uniformidad.
NOTAS
(1) Comisarías de policía de Boxtel y Cuijk, Holanda 1994-97. Ver El Croquis 85, Wiel Arets 1993-1997.
(2) Las comisarías no son idénticas y su configuración se adapta a la parcela y las condiciones del entorno. Diríamos que se trata de arquitecturas familiares, contagiadas de la fascinante semejanza del parentesco.
(3) Roland Barthes, "Elementos de semiología" (1965).
No comments:
Post a Comment